La seguridad de las personas y la durabilidad del sistema es la prioridad a la hora de plantear una instalación eléctrica.
Sin embargo, en muchas instalaciones (tanto domésticas como profesionales) se repiten errores que pueden parecer menores, pero que con el tiempo provocan fallos, sobrecostes, interrupciones o incluso riesgos eléctricos graves.
Una mala elección de materiales, una planificación deficiente o una protección inadecuada, son solo algunos de los muchos fallos que se pueden evitar con una visión técnica y los productos adecuados.
En este artículo repasamos los errores más comunes al instalar material eléctrico y te explicamos cómo prevenirlos paso a paso, tanto si eres profesional como si estás dando tus primeros pasos en el sector.
¡Vamos con los errores!
Incluye:
Ubicación deficiente de enchufes e interruptores.
Uno de los errores más frecuentes. No tener en cuenta la distribución de muebles o el uso habitual de cada estancia provoca incomodidades y necesidad de usar alargadores, algo poco seguro y estéticamente pobre.
Falta de previsión para futuras ampliaciones (domótica, fotovoltaica, cargadores VE).
No pensar en las necesidades eléctricas del futuro puede salir caro. La instalación debe estar preparada para sistemas inteligentes, placas solares o cargadores de coche eléctrico, aunque no se instalen desde el principio.
Solución: revisar planos, considerar hábitos del usuario, y dimensionar con previsión.
Estudiar bien el proyecto desde el inicio, adaptarlo al estilo de vida de quienes van a usar el espacio, y dejar preparada la infraestructura para ampliaciones. Contar con asesoramiento técnico profesional es clave.
Utilizar componentes sin certificación o de baja calidad aumenta el riesgo de cortocircuitos, incendios, descargas eléctricas y averías tempranas. Además, puede suponer un incumplimiento de la normativa vigente, con posibles sanciones o problemas con el seguro.
Solución: buscar productos con certificaciones CE, CPR, IEC, AENOR... y adquirirlos en distribuidores autorizados.
Asegúrate de que todo el material eléctrico cuente con los sellos que garantizan seguridad y calidad. Comprarlo en puntos de venta oficiales garantiza la trazabilidad del producto y el cumplimiento con la normativa europea.
Elegir mal el tipo o grosor del cable puede provocar sobrecalentamientos, caídas de tensión o incluso incendios. Además, usar cables sin protección adecuada para el entorno (sol, humedad, calor...) reduce su vida útil y compromete la seguridad.
Solución: calcular correctamente la carga y elegir cables según el entorno (interior, exterior, canalización, suelo, etc.).
Es fundamental dimensionar bien la sección del cable según la potencia que va a soportar y seleccionar el tipo de aislamiento adecuado para cada instalación. Siempre según normativa y con asesoramiento profesional si es necesario.
Cuando se conectan demasiados aparatos a una misma línea, se sobrecarga el circuito, lo que puede causar disparos constantes del automático, calentamiento del cableado o incluso riesgo de incendio. Esto ocurre por no distribuir los consumos ni proteger cada línea de forma individual.
Solución: dividir bien los circuitos, instalar protecciones independientes y seguir el REBT.
Cada zona o tipo de uso (iluminación, cocina, climatización…) debe tener su propio circuito con su magnetotérmico. Seguir las indicaciones del Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión (REBT) garantiza seguridad y funcionalidad.
Una conexión mal hecha puede generar falsos contactos, chispas, sobrecalentamientos o cortes de suministro. Usar cinta aislante en lugar de conectores adecuados o no apretar bien los terminales pone en riesgo toda la instalación.
Solución: usar conectores apropiados, herramientas específicas y verificar el apriete.
Siempre se deben utilizar clemas, bornes o regletas homologadas, y herramientas que garanticen un contacto firme y duradero. Verificar cada conexión es clave para evitar fallos futuros y garantizar la seguridad eléctrica.
No seguir el código de colores puede provocar errores graves durante el mantenimiento o ampliaciones de la instalación. Identificar mal los cables aumenta el riesgo de accidentes eléctricos y complica cualquier intervención técnica futura.
Solución: seguir el código de colores reglamentario y etiquetar de forma adecuada..
Es obligatorio respetar los colores normalizados (marrón/negro/gris para fase, azul para neutro, verde-amarillo para tierra) y, cuando sea necesario, etiquetar o marcar cada línea. Esto facilita el trabajo a cualquier técnico y mejora la seguridad.
Instalar componentes sin la protección necesaria en ambientes con humedad, polvo o partículas puede provocar fallos eléctricos, oxidación o cortocircuitos. Es un error común no tener en cuenta el grado de exposición del entorno.
Solución: instalar envolventes estancas y componentes con grado IP adaptado al entorno.
Es fundamental usar materiales con el grado de protección IP (Ingress Protection) correcto según el lugar: por ejemplo, IP44 para baños, IP65 o superior para exteriores o zonas industriales. Esto garantiza durabilidad y seguridad frente a agentes externos.
La ausencia de interruptores diferenciales o su mal funcionamiento deja la instalación sin defensa frente a fugas de corriente. Esto puede causar descargas eléctricas, daños en aparatos o incluso incendios.
Solución: instalar diferenciales adecuados al uso y testear de forma periódica.
Cada cuadro eléctrico debe contar con diferenciales que se adapten al tipo de instalación (uso doméstico, industrial, sensible…). Además, es importante pulsar el botón de prueba (TEST) para comprobar su correcto funcionamiento cada cierto tiempo.
Una instalación eléctrica de calidad no solo depende de los materiales utilizados, sino también de una ejecución profesional y bien planificada. Evitar los errores que hemos comentado mejora la seguridad, prolonga la vida útil del sistema y reduce costes a largo plazo.
Si quieres asegurarte de hacer una instalación fiable y preparada para el futuro contacta con nuestros técnicos para que te asesoren.
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