
Hablar de material eléctrico ecológico implica referirse a componentes diseñados y fabricados con criterios de bajo impacto ambiental, alta eficiencia energética y larga vida útil.
La importancia de estos materiales va más allá del respeto al medio ambiente. Las nuevas normativas europeas, como el Pacto Verde o las directrices de economía circular, exigen a fabricantes, instaladores y distribuidores una apuesta real por productos más sostenibles. A su vez, tanto la obra pública como el cliente final valoran cada vez más aquellas soluciones que combinan funcionalidad, eficiencia y compromiso ambiental.
Para elegir materiales eléctricos ecológicos ya no es necesario renunciar a prestaciones técnicas para apostar por lo sostenible.
En este artículo vamos a descubrir todas tendencias actuales en materiales eléctricos ecológicos, así como las certificaciones e impacto que suponen en el medio ambiente.
¡Empezamos!
Los cables libres de halógenos se han convertido en una opción cada vez más habitual en instalaciones públicas y privadas. Reducen la emisión de gases tóxicos en caso de incendio y mejoran la seguridad. Muchos fabricantes incorporan además materiales reciclados en las cubiertas y aislamientos, reduciendo el uso de plásticos vírgenes sin comprometer el rendimiento.
El sector comienza a adoptar canalizaciones fabricadas con plásticos procedentes de fuentes renovables, como el almidón de maíz o la caña de azúcar. Estos materiales ofrecen buena resistencia mecánica y química, y permiten reducir la dependencia de derivados del petróleo. También están ganando terreno los bioplásticos compostables en aplicaciones no estructurales.
En cuadros eléctricos, estructuras o armarios metálicos, el uso de acero y aluminio reciclado es cada vez más común. Estas aleaciones mantienen su capacidad de conducción y resistencia, pero con una huella ambiental mucho menor. Algunas marcas optimizan además los espesores y acabados para aligerar peso y facilitar el transporte.
Empiezan a aparecer materiales diseñados con tecnologías avanzadas, como polímeros con baja pérdida dieléctrica, recubrimientos autolimpiables o nanomateriales que mejoran la disipación térmica. Estas soluciones buscan maximizar la eficiencia y alargar la vida útil de los componentes eléctricos en cualquier entorno.
Para que un material eléctrico sea considerado sostenible, no basta con que lo diga el fabricante. Es necesario que cumpla ciertos estándares reconocidos a nivel nacional e internacional. Estas certificaciones aportan transparencia y fiabilidad en proyectos que priorizan el impacto ambiental.
Certificación RoHS
Garantiza que los productos están libres de sustancias peligrosas como plomo, mercurio o cadmio. Es obligatoria en la Unión Europea para equipos eléctricos y electrónicos. Su objetivo es limitar el uso de componentes que puedan dañar la salud o el medioambiente durante la fabricación, uso o reciclaje.
Declaraciones ambientales de producto (EPD)
Se trata de documentos verificados que informan sobre el impacto ambiental de un producto a lo largo de su ciclo de vida. Incluyen datos como consumo energético, emisiones de CO₂ o generación de residuos. Cada vez más empresas las exigen en concursos públicos o proyectos con enfoque ecológico.
Certificaciones ISO
La norma ISO 14001 se enfoca en la gestión ambiental de la empresa. Asegura que se aplican políticas de reducción de residuos, ahorro energético y uso responsable de recursos. También es relevante la ISO 14006, específica en ecodiseño, muy presente en fabricantes de componentes eléctricos.
Etiquetas ecológicas y sellos voluntarios
Existen otros distintivos como el Ángel Azul, la Etiqueta Ecológica Europea o el Cradle to Cradle, que reconocen productos con baja huella ambiental, reciclabilidad o diseño circular. Aunque no son obligatorios, refuerzan el compromiso ambiental ante distribuidores e instaladores.
Evaluar el impacto ambiental de un material eléctrico requiere ir más allá del uso que se le da. Es importante analizar todo su ciclo de vida: desde la extracción de materias primas hasta el momento en que se recicla o desecha.
La huella de carbono mide las emisiones de CO₂ generadas durante la fabricación, transporte, uso y tratamiento final de un producto. En materiales eléctricos sostenibles, se busca reducir este indicador utilizando procesos más limpios, energía renovable y materias recicladas.
También se valora el consumo energético integrado: cuánta energía se necesita para fabricar ese material. Cuanto menor sea este consumo, más eficiente y sostenible será el producto. Además, se analizan los recursos empleados: agua, metales, plásticos, aditivos o embalajes.
Criterio | Cable tradicional (PVC / aislantes comunes) | Cable ecológico (libre de halógenos, materiales reciclados) |
Emisión de CO₂ (huella de carbono) | Base “normal” de referencia | Puede reducirse ~ 10‑30 % si se usan materiales reciclados y procesos optimizados |
Coste inicial | 0 % (referencia) | + 20‑40 % de coste adicional respecto al PVC habitual |
Densidad de humo en incendio | Alta emisión de humo negro y gases tóxicos | |
Emisión de gases tóxicos / corrosivos | Sí: contiene halógenos que liberan HCl, dioxinas, etc. | Prácticamente nula de gases halógenos, menor corrosión en infraestructuras |
Reciclabilidad | Baja a moderada (PVC difícil de reciclar con pureza) | Mejor potencial de reciclaje si el diseño permite separación de materiales y evita compuestos contaminantes |
Vida útil / durabilidad | 15‑25 años en condiciones normales | Igual o superior si la calidad es buena y el material está bien protegido |
Costes ocultos / mantenimientos | Pueden ser altos por degradaciones o fallos | Menores frecuentes intervenciones, menor daño colateral en incendios |
Un material sostenible no debe comprometer el rendimiento. Y su durabilidad es clave: si un componente resiste más tiempo, se reduce la necesidad de sustitución y con ello el impacto ambiental.
También influye el mantenimiento. Materiales de calidad, bien certificados, requieren menos intervenciones, lo que se traduce en menor consumo de recursos.
Por último, la reciclabilidad marca una diferencia. Los productos que pueden reincorporarse al ciclo productivo, sin perder calidad, ayudan a construir una cadena más circular y responsable.
Los materiales eléctricos ecológicos no son una moda, sino una evolución necesaria del sector. Hoy, existen toda clase de soluciones sostenibles que permiten reducir emisiones, mejorar la seguridad y adaptarse a nuevas normativas sin comprometer la calidad técnica.
En MAPRISE apostamos por un suministro eléctrico más responsable, sin renunciar al rendimiento.
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